sábado, 28 de febrero de 2009

Tu Vida como Cenotafio ó Verso (II)

“La vida es tragedia, y la tragedia es perpetua lucha, sin victoria ni esperanza de ella”. Unamuno
Es menester a estas alturas hacer una segunda aclaración con respecto al método de lectura del libro que estoy comentando: no pretendo una lectura académica, ni análisis literario alguno, me limito a resaltar unos temas de la obra que yo considero de suma importancia desde la facultad estética y su relación con la vida. Dado los recursos de sobra que ofrece la tecnología, me puedo permitir para seguir esta conversación (desde la novela) recurrir a muchos elementos que ilustrarán con mucha comodidad este apasionante viaje literario.
Bien como ya me había introducido sobre el tema de la muerte, considero necesario dar una vuelta sobre la mitología griega y tratar rápidamente el mito de Dionisos dios ó Baco y por lo tanto obligadamente por la tragedia de Eurípides titulada las Bacantes:

Tomo de http://es.wikipedia.org/wiki/Bacante la siguiente información sobre Las Bacantes para aquellos que no la han leído aún:

"Las bacantes eran mujeres griegas adoradoras del dios Baco, conocido también como Dionisos o Bromio. A veces se confunden con las ménades, que eran las ninfas que le servían.
El culto al dios Baco, aunque en nuestros días esté simplemente asociado a la embriaguez, en la
Antigua Grecia fue muy importante e incluso influyó mucho en el pensamiento filosófico de los griegos. Originalmente, Baco era un dios tracio que fue aglutinando diferentes ritos. El descubrimiento de la cerveza y posteriormente el del vino fue asociado por los agricultores a un dios presa de la «locura divina».
Posteriormente, la unión de Baco con el dios
Pan le dio un giro feminista debido a los ritos de fertilidad del culto de este último: las bacantes, o adoradoras del dios Baco, eran quienes llevaban a cabo estos ritos, los misterios báquicos, ceremonias secretas prohibidas a los varones. En Roma las bacanales u orgías se abrieron a todo el mundo, degenerando de tal forma que el Senado las prohibió.

Culto
El conocimiento del culto ha llegado hasta nuestros días de la mano de
Eurípides y su obra Las Bacantes.
Tanto las matronas como las doncellas subían en procesión a un monte solitario y durante unos días, sin contacto con hombre alguno se lanzaban a un desenfreno de
alcohol, misticismo y alucinógenos. Las madres de niños pequeños quedaban al margen.
El
rito contenía muchos elementos salvajes y arcaicos, como despedazar a pequeños animales vivos y comerlos. Pero también mucho contenido erótico: Eurípides cuenta que pasaban noches enteras bailando desnudas, excitadas en un éxtasis no sólo alcohólico. Se suponía que dichas prácticas fomentaban la fertilidad, y las matronas hacían de sacerdotisas proporcionando alcohol y alucinógenos a las jóvenes. La leyenda afirma que recorrían los bosques insinuándose y lastimando a los hombres que encontraban. La danza de las ménades era el rito central de las ceremonias.
Todo ello tenía como objetivo que las mujeres obtuviesen el «entusiasmo» (que etimológicamente significa la ‘entrada de Dios’) en la iniciada. Las mujeres que creyeran que habían hecho el amor con los dioses se consideraban afortunadas y protegidas.
En cuanto al rito de despedazar animales, representaba a Baco siendo devorado por los
titanes. Según la mitología, este hecho permitió a los titanes tener una chispa de divinidad. Así el hombre, que tiene una parte divina y otra terrestre, al comer al dios Baco intentaba ser más divino.
Se supone que dichos rituales no desaparecieron completamente y se mantuvieron en la clandestinidad hasta bien entrada la
Edad Media, ya que se han encontrado vasijas y pinturas medievales representando los ritos bacantes (Museo Nacional de Nápoles). La descripción de un aquelarre es muy similar a la de una bacanal."

martes, 24 de febrero de 2009

Tu Vida como Cenotafio ó Verso (I)

Diseño de cenotafio a Isaac Newton XVIII de Étienne-Louis Boullée



Son tres los momentos para un ser humano en donde la vida se da en toda su dimensión; cuando somos bebés, cuando nos enamoramos y cuando vamos a morir; la reacción al peso de la muerte ilumina a todas las culturas y civilizaciones desde sus creencias y sus religiones. La respuesta desde la vida a la muerte pasa a ser una respuesta a la vida misma. “La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene.” J.L.Borges. Cada una de las culturas construye y estructura la forma de su propia muerte, la muerte entonces, es además de muerte un resultado cultural.
Hay una posición diferente entre la visión de la muerte entre el pragmático mercantilista y el artista que ha sido consecuente con su vivencia estética, veamos uno de los tantos sarcasmos de la poesía en León de Greiff en su relato de Sergio Stepansky:


¡Juego mi vida!
¡Bien poco valía!
¡La llevo perdida
sin remedio!

Erik Fjordsson

Juego mi vida, cambio mi vida,
de todos modos
la llevo perdida...

Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...

La juego contra uno o contra todos,
la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a todo lo ancho y a todo lo hondo
—en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo...

Juego mi vida, cambio mi vida,
la llevo perdida
sin remedio.
Y la juego, o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...:
o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo, todo me da lo mismo:
lo eximio y lo rüin, lo trivial, lo perfecto, lo malo...

Todo, todo me da lo mismo:
todo me cabe en el diminuto, hórrido abismo
donde se anudan serpentinos mis sesos.

Cambio mi vida por lámparas viejas
o por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil:
—por lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:
por los colgajos que se guinda en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota rubia;
la pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:
cambio mi vida por una anilla de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenía en los dedos Carlomagno: —para echar a rodar la bola...

Cambio mi vida por la cándida aureola
del idiota o del santo;
la cambio por el collar
que le pintaron al gordo Capeto;
o por la ducha rígida que llovió en la nuca
a Carlos de Inglaterra;
la cambio por un romance, la cambio por un soneto;
por once gatos de Angora,
por una copla, por una saeta,
por un cantar;
por una baraja incompleta;
por una faca, por una pipa, por una sambuca...

o por esa muñeca que llora
como cualquier poeta.

Cambio mi vida —al fiado— por una fábrica de crepúsculos
(con arreboles);
por un gorila de Borneo;
por dos panteras de Sumatra;
por las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra—
o por su naricilla que está en algún Museo;
cambio mi vida por lámparas viejas,
o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas...

¡o por dos huequecillos minúsculos
—en las sienes— por donde se me fugue, en grises podres,
la hartura, todo el fastidio, todo el horror que almaceno en mis odres...!
Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida...

martes, 10 de febrero de 2009

Un Templo de Vida

El refugio de vida silvestre de Gandoca pasa a ser para Daniela un templo donde ella venera la vida y el torrente del amor fluye, en un principio, cristalino y sin obstáculos. No es para menos, ella se encuentra en uno de esos puntos extraordinarios de la tierra donde la vida se genera a raudales. Es vivir con pleno sentido de conciencia en una de las fuentes de vida de TODO EL UNIVERSO, lo que todo el dinero del mundo jamás alcanzaría a cubrir, ya que el desarrollo de todos los seres allí viviendo durante millones de años de evolución ningún dinero podría llegar a realizarlo.


Juegos de encuentro junto a la lluvia, 1996 de Carlos Jacanamijoy Tisoy pintor colombiano, visto en www.colarte.com

“El Refugio Gandoca era un sitio perfecto, nuestro sitio sagrado, y por ende, la belleza que nos proporcionaba tenía que ser eterna, como nuestro amor”
Cuando se refiere a un estudio acerca de Gandoca de Alvaro Cienfuegos primer especialista en arrecifes coralinos del país nos dice: “Los estudios de Alvaro eran casi poéticos. Hablaban de los arrecifes fósiles, de los arrecifes vivos, de las esponjas en su frágil e inmensa variedad. Hablaban de moluscos excepcionales y decían que por ejemplo de sesenta especies nuevas de algas descubiertas en nuestro país, el noventa por ciento eran del refugio.”


La niña y el mar de Denis Núñez Rodríguez pintor cubano, visto en su blog.

Y en el resumen del Instituto de Estudios de la Flora Daniela lee para sus hijos “Oigan esto, chicos, esos bosques donde está nuestra casita, “mantienen una riqueza de germoplasma de las más promisorias, para el mejoramiento genético de los cultivos tradicionales, para investigaciones fitoquímicas, en el campo de la salud, plaguicidas naturales, etc. Es una reserva de la fuente de materia prima con la cual nuestros antepasados llenaban sus necesidades…”
-¿Qué es germoplasma? me preguntó el mayor.
-La fuente de la vida. La posibilidad que tienen las matitas de hacer otras matitas.
-¿Cómo el espermatozoide y el óvulo?
-Sí, como el espermatozoide y el óvulo pero sin eso. Es la renovación.
-¿Nuestra casita está en un lugar fantástico? preguntó el mediano.
-Eso es.
-A mí lo que me gusta es bucear.”


S.T. de Denis Núñez Rodríguez, visto en su blog.

Debo aclarar que los títulos de las entradas en este blog son de mi autoría para ilustrar mi exposición sobre la novela, pues el libro no trae títulos. Tampoco escribo el número de las páginas de donde tomo las citas, y sólo al final nombraré la casa editorial que publica la obra.



viernes, 6 de febrero de 2009

Daniela síntesis perfecta de la existencia



¡Omío Yemaya Omoloddé! ¡Yemaya Ataramawa! Este es el saludo a la diosa yoruba de las aguas Yemanyá, en esta obra hay un ritual donde se le invoca para pedir protección a Daniela:

“Detuviste el automóvil, me quitaste el pelo de la cara y me alzaste. Buscaste paso entre el sajal y el yolillo. Pasado el yolillo, me pusiste descalza en la arena de oro. Te arrodillaste sobre la vegetación de la playa y dijiste: “Daniela, Daniela, por culpa tuya me estoy muriendo de amor.”
De esa primera vez recuerdo lo húmedo, el olor delicioso de tus axilas, la empapada ondulación del zacate de mar. Me presentaste a la señora del Atlántico, aquí y en cualquier sitio Yemanyá de Benín. “Yemanyá, ella es tu hija. Protégemela siempre, Yemanyá.” Después te volviste hacia mí: “Yemanyá acepta pero dice que ya no podrás nunca cortarte el pelo.” Yemanyá exigía el pelo largo y vos también, la diosa por una cuestión de rito ancestral y vos porque te excitaba hacer el amor. Dios mío, cómo te excitaba mi pelo largo.”
En este párrafo se da un claro sincretismo religioso y mítico: (Yemanyá, Dios mío, pelo largo) El pelo largo es una característica en muchos mitos del mundo, en Latinoamérica es conocida la Madremonte, ser mitológico protectora de la naturaleza de cabellos largos y de rasgos que se mimetizan con los bosques y las selvas.


La madremonte representada por una actriz en el departamento de Caldas Colombia http://www.cedic.gov.co/Cedic/Postales/detail.aspx?IdPostal=10


Como un árbol viejo, pero llenito de manzanas de Denis Nuñez Rodriguez, pintor cubano.

El cabello largo caracterizará al personaje de Daniela durante toda la obra, este símbolo nacido del amor de la protagonista vincula lo divino, lo humano y lo terrenal. Daniela es el ser religioso por excelencia ya que representa la unidad armónica vital del universo, los tres elementos se corresponden y ninguno pugna con los demás. En ese momento de enamoramiento ella representa la síntesis perfecta de la existencia, del ser.


lunes, 2 de febrero de 2009

El mundo se funde en amor y poesía

Cuando se está enamorado y se es correspondido no hay otra forma que vivir en poesía, la escritora nos expresa una multitud de vivencias donde el ser humano y todo lo demás es un poema: “Me gusta salir al amanecer porque es como el primer día de la creación, la extensión de agua y la extensión de cielo se van separando. Las garzas azules se lavan las patas. El mar está tibio como las sábanas que acabo de dejar, tibio como tus brazos, tibio y salvaje mar del Refugio Gandoca lleno de esponjas rojas y corales de fuego.
Vos me trajiste aquí. Me raptaste, Carlos Manuel, para darme una lección completa sobre el amor y sobre la función espiritual de la luz. Yo amaba desde la infancia la lluvia y la selva. Vos me enseñaste que llueve y hay selva en el fondo del mar.”
Aquí tenemos otra de sus vivencias poéticas. ”Es un verano dulce como la amapola… Somos inmensamente felices, Carlos Manuel, y la felicidad excesiva punza. Te amo con un amor hirviente, desmesurado.”
Y otra más: “Recuerdo ese verano como el punto más alto y perfecto de todos nuestros años de vida en común. Habían florecido los sangríos y el suelo estaba lleno de flores amarillas. También habían florecido las ipomeas y una alfombra apretada y multicolor cubría la arena. Las orquídeas se abrían en los cocoteros y detrás de la playa, antes del yolillal, la blanca multitud de los lirios salvajes perfumaba el silencio marino. Unos negros pasaron con sus mulas dejando huellas redondas en las que los niños metieron los pies. Luego topamos con una comitiva de indios de los que no hablan en castellano. Pensé que durante siglos, indios y negros habían mantenido intacto ese litoral.”
No quisiera excederme en la presentación de las citas textuales pero el entusiasmo y la frescura de la prosa de esta artista es envolvente, seductor y adictivo: “Sentí tu boca y el aroma embriagante de una flor del ilang ilang que traías en la mano. Dijiste, “para vos”. Dijiste, “te quiero”.
-No, Carlos Manuel, que allí están los niños.
-Entonces en el mar.
En el mar de cristales cambiantes como un caleidoscopio que siempre recomienza.
Acostarse en el mar. Los verdes lechos tibios de
thalassia.
Ser penetrada hasta el fondo por el mar Caribe cuando el amor alcanza los confines del trópico en un hechizo verde de estuarios aquietados y palmeras que crecen al revés.
Sentada en tus piernas, mecida en tus brazos por el oleaje residual de la pasión me atreví a preguntarte:
-¿Cuánto va a durar esto, Carlos?
-¿Te referís a cuánto va a durar nuestro amor?
-Sí, nuestro amor, la felicidad, esta playa perfecta, el olor de las flores salvajes.
-Va a durar para siempre, ñatica. Cuando estemos viejitos vendremos aquí a calentar nuestros huesos. Te prometo y te juro que estaré a tu lado hasta que me muera.
Hundirse en los verdes repastos marinos, en lechos de esponjas, en tu voz ronca y grave que se queda vibrando. Pero el estruendo de una ola sobre el arrecife la apaga.”