“Salí en seguida en busca del mantel, lo cubrí con manjares suculentos y frutas exquisitas y cuanto era mi obligación en aquellas circunstancias. Nos pusimos a comer y a jugar, luego a beber, de tal manera lo hicimos, nos emborrachamos por completo. Y la noche que pasé con ella hasta la mañana, se contará entre las más benditas…”
Relato del médico judío en Las mil y una noches
Con entusiasmo veo que gran parte de comentaristas del Verde me han tomado el desafío de convocar a los dioses y enfrentarlos al poder humano de la poesía, el único poder capaz de afirmar nuestra embriaguez ante “el destino trágico del héroe”.
Podría afirmar que no hay alimento que no tenga un origen divino según cada una de las culturas. Por ejemplo, la palabra cereal se deriva de la diosa Ceres, y seguiría con una extensa lista con más ejemplos.
He encontrado que la relación divina con los alimentos puede tener un motivo de celebración de triunfo y euforia, pero también de culpa, como los sacrificios, pero este tema es para más adelante.
Mientras tanto me detendré en este maravilloso texto que encontré donde se habla brevemente de los alimentos en “Las mil y una noches”:
La cocina de las mil y una noches
Más tarde me regaló el libro en algún cumpleaños y, dejé en un segundo plano aquel mundo fantástico de aventuras y desventuras, de encantamientos, de efrits poderosos, de príncipes y princesas y de animales parlantes para pasar a deleitarme con las lecturas de erotismo y sensualidad que destilan las páginas de aquella compilación de relatos que aún conservo.
En aquel universo sensual jugaba un papel fundamental el sentido del gusto, la descripción de exóticos y delicados manjares como dátiles, higos rojos, blancos y verdes, albaricoques, pistachos, almendras amargas y dulces; de, para mí, desconocidas especias como el kardamomo, la kúrkuma, la canela, las pimientas de distintos colores, la vainilla, el jengibre , el azafrán o el sésamo; de platos sofisticados y lujosos u opulentos y exagerados, desde la carne al-mandil acompañada de distintas verduras y especias pasando por el milenario bulgur, una rápida cocción de trigo integral que ha sido limpiado, vaporizado, secado, molido en partículas, tamizado en diferentes tamaños y perfumado con agua de rosas; hasta manjares no tan delicados como los ofrecidos en un banquete que siempre recordaré consistente en cincuenta camellos cocidos y otros cincuenta asados y rellenos de cabezas de cordero que iban desfilando en mi mente ofrecidos por encantadoras y sugerentes sirvientas entre cojines y tapices de un palacete de cúpulas doradas emplazado en algún remoto oasis, de ingredientes lejanos y evocadores en donde el vino, a pesar de la expresa prohibición coránica, corría a raudales.
Dejo un capítulo del interesante programa del canal 22 mejicano, Los alimentos terrenales.
En el programa, el conductor del mismo y un invitado preparan, en la fantástica cocina rural de una hacienda de Puebla, dos recetas extraidas de algún libro ya que la cosa va precisamente de eso, de literatura y gastronomía, de tranquila conversación gastronómica-literaria y de la puesta en práctica de lo hablado, en la primera parte platican sobre un libro en concreto u obra de algún autor y después, se ponen manos a la obra en la cocina.
En este caso, por supuesto, se habla de las Mil y una noches y se cocina magret de ganso con especias, miel y frutos secos (minuto 11.35 aprox.) y unas galletas de pistacho y almendra para el postre.
Que os aproveche (sajten):
Dejo aquí debajo el enlace, y en la margen derecha el vídeo que le corresponde para quien quiera ahorrarse presionar sobre el vínculo.
Además dejo esta receta especial para quien tenga la oportunidad de convocar al más hermoso de los dioses: El Amor, ja ja ja.
Batido de rosas
Las rosas, atributo de Afrodita, son las flores más sensuales. Esta bebida proporciona alegría, complace al paladar y erotiza a los amantes. La receta es para dos personas.
Una sugerente forma para empezar una merienda…
Ingredientes:
1 ½ vaso de crema de leche.
3 cucharadas de agua de rosas.
50 g. de pétalos de rosas perfumados (sin pesticidas ni productos químicos, nunca pueden ser de floristería)
2 cucharadas de azúcar negro.
4 cucharadas de vino dulce.
El zumo de un limón.
Una tira de la piel del limón rallada (sin la parte blanca).
Receta:
Bate el zumo y la ralladura de limón, junto con los pétalos, el agua de rosas, el vino dulce y el azúcar negro.
Deja reposar durante toda la noche.
Al día siguiente, agrega la crema, removiendo con suavidad. Sirve muy frío.
Adorna las copas con un pétalo de rosa.
Tomado de "La cocina de Afrodita":
Espero de corazón tengan una semana divina.
Yo la tendré, pues comienzo un seminario de literatura latinoamericana con sabios profesores en la materia de México, Venezuela, USA y Argentina, ya tengo el material en mis manos y solo lo he podido dejar a un lado para escribir esta publicación.